sábado, 7 de julio de 2007

Mierda.

Mierda. Hace horas que amaneció y recién abro los ojos. Y otra vez no llegué a trabajar. Diez y siete llamadas perdidas del trabajo, que se vayan diez y siete veces a la mierda. Camino hasta el espejo y veo mi cara. Mierda, que mierda de cara. Que mierda de noche y que mierda de resaca. No se me ven los ojos entre medio de estas ojeras de mierda. No escucho, pero todos los sonidos se amplifican en mi cabeza, retumban, hacen eco, me marean. Mierda. ¿Y si llego más tarde a la oficina? Podría haber estado haciendo un trámite urgente, una reunión, algún desayuno con algún japonés de mierda que quería invertir sus billetes de mierda en nuestra empresa de mierda. Imposible. Con esta cara no me la creen. Qué mierda de resaca, ni siquiera puedo inventar excusas. Y si sigo parado frente al espejo contemplando mi cara, me voy a deprimir. Y cuando me deprimo, me voy a la mierda. Y de la mierda no me saca nadie. Mejor enciendo un cigarro y dejo que todo se haga humo. Mierda, debo haberme fumado el último antes de dormirme y sólo está la cajetilla vacía. Y la vieja de mierda del boliche de al lado no me va a querer vender: se empecinó en que deje de fumar y se rehúsa a venderme cigarros. Que se pudra en la mierda. Al final, la que deja de ganar es ella. Y el que se queda sin fumar soy yo. Puta vieja de mierda. Caprichosa como todas las su género. Caprichosa como hembra. Y eso que de hembra sólo le debe quedar el recuerdo. Mierda: el teléfono. Ahora son diez y ocho las llamadas perdidas del trabajo. Si no invento algo, lo perdido será el mismísimo trabajo. Mierda. Mierda. Mierda. Sin un cigarro no puedo pensar en nada más que en fumar. Y otra vez suena el teléfono. Y retumba en mi cabeza. Y lo lanzo por la ventana. Y cae los siete pisos hacia la calle. Y se hace mierda junto a un auto estacionado. Y… claro, esa es la excusa: me asaltaron, quedé sin teléfono, me quitaron las llaves de la casa y anoche no pude entrar a dormir, por eso no contesté y por eso esta cara de mierda. Llamaré para avisar. Mierda: el teléfono está siete pisos más abajo. Y está hecho mierda…