sábado, 6 de octubre de 2007

Paredes que hablan...


Cuando se traman secretas conspiraciones suele decirse que las paredes escuchan, pero cuando se trata de desenmascararlas, éstas pueden gritar con la fuerza de mil pulmones:
Las murallas murmuran lo que las bocas no se atreven a gritar…
La mayor y más democrática de todas las editoriales son las calles, los asientos de las micros, los baños públicos.
Póngale nombre al pico…
Jonathan y Briggitte, se aman por siempre.
Juanito, vuelve a casa, ya te hemos perdonado. Tus padres.
Cambio moto chocada por silla de ruedas.
Evite el aborto, hágalo por el orto.
La única iglesia que ilumina es la que arde.
El Mercurio miente.
Ni perdón ni olvido.
Hasta siempre compañera Gladys.
Ya no me hago en la cama…

Novela VIII

...Y aquí va otro poco...
Treinta y dos.
Placer y nostalgia me provoca el verte vestir. Placer al descubrir cada vez nuevas facetas en la exquisita relación que estableces con tu cuerpo. Nostalgia, pues significa que ya te vas, privándome de ese placer y de todos los demás que de él se desprenden.

Treinta y tres.
Cuento: Érase una vez… TÚ…
Etcétera.

Treinta y cuatro.
Me es muy difícil tratar de no pensar en por qué alguien que disfruta tanto de la piel prefiere el amor por correspondencia… pero hay que aprender a no meter la nariz donde no corresponde hacerlo.

Treinta y cinco.
“Tú y yo vivíamos encima de una discoteca, todas las noches se quejaban los de la discoteca porque hacíamos mucho ruido…” J. Sabina, casi.

Treinta y seis.
… y aunque todavía no es domingo, ya empiezo a sentir sus influencias.

Treinta y siete.
Cuento: Érase una vez… YO…
Mierda, ¡qué fácil es ver la paja en el ojo ajeno!